Comentario
El territorio platense se había interiorizado al Paraguay pero volvió a repoblarse mediante tres corrientes pobladoras. La primera, partió del propio Paraguay hacia la boca del Río de la Plata, que asentó colonos en el litoral y fundó nuevamente Buenos Aires. La segunda, salió del Perú y Chile y dio origen a la gobernación de Tucumán. La tercera, partió de Chile y pobló el corregimiento de Cuyo (Mendoza). Al dividirse, en 1617, la gobernación del Paraguay en las dos del Guayrá o Paraguay propiamente dicho y en la del Río de la Plata, resultaron cuatro unidades administrativas: las tres gobernaciones de Paraguay, Río de la Plata y Tucumán, y el corregimiento de Cuyo.
Paraguay fue el primer gran centro de colonización regional. Los españoles encontraron allí alimentos abundantes, indios para servicio personal y seguridad interior, aparte de proximidad hacia la mítica Sierra de la Plata. El gobierno platense se asentó en Asunción y la población creció gracias al mestizaje con los indios carios, que aceptaron fácilmente a los dominadores. Asunción se llamó el "Paraíso de Mahoma", dado que cada español tenía tres o cuatro mujeres. Su economía agrícola fue pronto notable, pues a los cultivos autóctonos se sumaron pronto la caña y el arroz venidos de Brasil. También llegó de Brasil el ganado vacuno, que se reprodujo muy bien. Su primitivo papel de centro comercial entre el Río de la Plata y el Alto Perú fue suplantado por Tucumán, quedando marginado del flujo argentífero y del de las mercancías europeas. En el siglo XVII, estaba ya en decadencia y los portugueses lo hicieron objeto de sus depredaciones. Tras los gobiernos de Irala y Cabeza de Vaca, referidos anteriormente, fue administrado nuevamente por Irala hasta su muerte ocurrida en 1556. Sus sucesores realizaron algunas fundaciones como Ciudad Real (1557) y Santa Cruz de la Sierra (1561). Ante la decadencia de Asunción, el gobernador Ortiz de Vergara promovió un éxodo poblacional hacia Santa Cruz de la Sierra y Juan de Garay dirigió otro hacia la boca del Río de la Plata, del que resultó el asentamiento de Santa Fe (1573). La criollización del territorio era ya evidente a comienzos del XVII, cuando se nombró gobernador a Hernandarias de Saavedra y Obispo a su medio hermano Hernando de Trejo. Hernandarias hizo una nueva legislación para el trabajo indígena (1603), y numerosas expediciones: a Patagonia para buscar la ciudad de los Césares (1604) y a Uruguay y Brasil para contener a los portugueses. En 1617, se dividió la región ríoplatense en dos gobernaciones: la del Guayrá, que comprendía las ciudades de Asunción, Santiago de Jerez, Villa Rica y Ciudad Real, y la del Río de la Plata. Los franciscanos hicieron algunas misiones entre los guaraníes, creando en 1612 la provincia, pero los que verdaderamente crearon las misiones paraguayas fueron los jesuitas. En 1609 empezaron a fundarlas entre los guaycurúes y guaraníes. En 1611, el visitador Francisco de Alfaro declaró libres de encomiendas los indios convertidos por los jesuitas y dio sus famosas Ordenanzas. Los indios se asentaron en las reducciones de la Compañía y trabajaron comunitaria e individualmente bajo un régimen teocrático dirigido por dichos religiosos. Los bandeirantes de Sao Paulo atacaron sus misiones para capturar indios como esclavos. En 1629 cayeron sobre San Antonio y en 1631 destruyeron 11 de los 13 asentamientos. Los jesuitas se mantuvieron en Itatín y en la zona del Tape y Uruguay y enviaron coadjutores que habían sido soldados. Compraron armas y entrenaron militarmente a los indios. En 1639 derrotaron a una gran bandeira que asaltó las misiones en Caazapá Guazú. En 1641 vencieron a los bandeirantes en la batalla de Mbororé. En 1700 había 30 establecimientos misioneros de los jesuitas. Los portugueses reaccionaron ante esta defensa creando, en 1680, la Colonia del Sacramento en la Banda Oriental.
Tucumán surgió como una gobernación trasandina en la ruta del Alto Perú a Chile y al Río de la Plata. El Pacificador Lagasca mandó colonizarlo a Núñez de Prado, tanto por su importancia estratégica (entonces ruta a Chile), como para desalojar al Perú de aventureros. Núñez de Prado salió de Potosí con 70 soldados en 1549 y al año siguiente fundó la ciudad del Barco, donde se erigiría San Miguel de Tucumán en 1565. La posterior penetración de Villagra por aquella ruta para reforzar a Valdivia hizo, no obstante, que Tucumán se vinculara a Chile, propósito que Valdivia puso de manifiesto cuando ordenó a Francisco de Aguirre gobernar la región. La dominación chilena se ratificó con la fundación de Santiago del Estero (1553). Aguirre repartió indios y asentó la colonia. Hurtado de Mendoza envió luego desde Santiago a Juan Pérez de Zurita (1557) que amplió el dominio, fundando los ciudades de Londres, Córdoba del Calchaquí y Cañete. Además, visitó y apaciguó los indios. Un posterior alzamiento indígena obligó a despoblar Londres y Cañete. En 1563, el Consejo de Indias estableció formalmente la gobernación de Tucumán, dependiente en lo jurídico de Charcas y en todo lo demás del virreinato del Perú. El Virrey Toledo apoyó la colonización de Tucumán dentro de su política de dotar a la minería potosina de una infraestructura agropecuaria y ordenó al gobernador Cabrera de Tucumán que fundara una ciudad en el valle de Salta. Surgió así Córdoba de Nueva Andalucía (1573), poblamiento que robustecieron sus sucesores Abreu y Gonzalo de Lerma. Este último fundó Salta en 1582. Ramírez de Velasco completó el proceso con la creación de La Rioja (1591), Madrid de las Juntas (1592) y Jujuy (1593). El reparto de encomiendas, el cultivo de algodón y el fomento de la ganadería consolidaron la colonia. Tucumán enviaba tejidos burdos y ganado bovino y mular al Potosí, convirtiéndose en un paraíso para el contrabando durante el siglo XVII. En 1622, se estableció su aduana seca, cargándose el 50% al precio de las mercancías y prohibiéndose el tráfico de metales preciosos. La gobernación llegó a tener ocho poblaciones con dos mil blancos y 15.000 indios. El decrecimiento de la demografía indígena frenó luego la producción pañera y los levantamientos de los calchaquíes (1630-36) amenazaron seriamente a San Miguel, Salta y Jujuy. En Tucumán y Cuyo, los 264.058 indios encomendados y 335 encomenderos que existían en 1607, disminuyeron en 1673 a 12.994 indios y 172 encomenderos. También perturbó su economía el levantamiento del falso inca Pedro de Bohorques (1657-59), que reprimió el gobernador Alonso de Mercado. Santiago del Estero y San Miguel de Tucumán fueron trasladados y en 1683 se fundó Catamarca. En 1696, se trasladó el obispado de Santiago del Estero a Córdoba, capital indiscutible de la región, donde los jesuitas habían fundado su Colegio Máximo y Seminario (1610) y la Universidad (1614). Ese mismo año se pasó la aduana seca a Jujuy. A fines del siglo XVII, Tucumán tenía 20.000 cabezas de ganado mular y 70.000 de vacuno.
Cuyo nació a la sombra de Chile, pese a estar al otro lado de los Andes. Villagra pasó por su territorio cuando fue a reforzar a Valdivia y éste mandó a Francisco de Aguirre para que se posesionara del mismo y fundase en tierra de los indios huarpes, pero no pudo hacerlo por tener que regresar rápidamente a Chile tras la noticia del desastre de Tucapel. El gobernador García Hurtado de Mendoza dio el mismo encargo a Pedro de Castillo en 1560, que tuvo más éxito y fundó, en 1561, la ciudad de Mendoza. Hizo Cabildo y repartió tierras y 30 encomiendas. Posteriormente Juan Jufré, enviado por el gobernador Francisco de Villagra, cambió de sitio a Mendoza y erigió San Juan de la Frontera (1562). A esta ciudad se añadió la de San Luis (1594), establecida por Luis Jufré (hijo del anterior) cumpliendo órdenes del gobernador de Chile. Estas tres ciudades fueron base de la colonización del corregimiento chileno, cuya cabecera era Mendoza.
El Río de la Plata volvió a poblarse por motivos económicos (necesidad de dotar de un puerto a Paraguay y Tucumán). La fundación de Santa Fe (1573) por Juan de Garay sobre el río Paraná fue el avance de esta penetración, que culminó en 1580 cuando Garay, por orden del Adelantado Torres de Vera, procedió a refundar Buenos Aires -se bautizó como Santísima Trinidad- con colonos asunceños (10 españoles, 55 mestizos y 1 mujer). Se erigió Cabildo y se repartieron tierras. Tras la muerte de Garay, se fundaron Concepción (1585) y Corrientes (1588) en la ruta entre Asunción y Buenos Aires. Pronto empezó a configurarse el Río de la Plata como la boca (ilegal) de salida de la plata del Potosí. En 1617, se dividió la región rioplatense, como dijimos. La Gobernación del Río de la Plata comprendió las ciudades de Buenos Aires, Concepción, Corrientes y Santa Fe. En 1620 tuvo obispado. La zona prosperó mucho gracias al contrabando con Brasil durante la unión de las dos Coronas y en 1602 se autorizó el comercio entre ambos territorios. En 1618 se pretendió aminorar el contrabando mediante el comercio directo con Sevilla, que podría hacerse en dos naves anuales, pero en 1622 se estableció la aduana seca de Córdoba, que asfixió la economía bonaerense. Pese a todo, Buenos Aires aumentó de unos mil habitantes en 1620 a unos 5.000 en 1680, y las encomiendas de 15 en 1639 a 26 en 1673. En 1663 se creó la Audiencia de Buenos Aires, que se extinguió en 1671. Durante el siglo XVII, se despobló Concepción por la presión de los indios, trasladándose sus vecinos a Corrientes. El Gobernador Garro de Buenos Aires expulsó a los portugueses de su recién creada colonia del Sacramento (1680), pero la Corona ordenó devolverla en 1681.